Vivir la vida para nada no es
vivirla , es consumirla sin más y eso,
cuando se te acaba por vía natural, acabas descubriendo que “te dejó con
hambre”. La vida hay que vivirla para algo. ¡Todos tenemos una razón!. Si das con la tuya, ejércela. ¡Ah! y si no la encuentras es que estás
buscando mal. Mira dentro de ti, vaya a
ser que estés perdiendo el tiempo “en las afueras” cuando la razón máxima que te mueve la llevas
guardada ¡vete tu a saber dónde!
¿QUÉ ENTIENDES DE LO QUE VES?
Comprender el verdadero sentido
de lo que acontece a tu alrededor es imprescindible para descubrir tus
razones. Y para entender bien hay que
conectar exterior con interior. ¡Gran
desafío!. Entre otras cosas porque para
que la conexión se haga no tiene que
haber interferencias y, hoy día, todo
está diseñado para que uno se crea que está conectado a sí mismo comprando una
maceta, viendo la televisión u organizando el tiempo libre de manera
compulsiva. ¡Eso no estaría mal si así fuera!
Pero lo que pasa a la mayoría es que en la agitación del ir y venir se
pierde tiempo y al final, se te ha pasado la vida y no has conectado ni lo
mínimo que tu necesitas para saber si estás “enfocando bien”.
Da igual que seas pobre de
solemnidad o el más rico del planeta. Al
final, la receta es la misma en los dos casos: primero sobrevivir; segundo
descubrir qué hago bien y por último averiguar qué pinto en este mundo.
Aquietarse en la contemplación serena de lo que a uno le rodea es clave
para conectar y entender más allá de lo
que se ve.
TU Y TUS CIRCUNSTANCIAS
¿Qué está pasando realmente
cuando todo tiembla a nuestro alrededor?
¿Qué sucede cuando uno mismo es el epicentro de su propio “agujero
negro”?. ¡Podemos conocer los síntomas!.
¡Establecer diagnósticos!. ¡Buscar soluciones! Pero cuando más allá de todo eso lo que
reina en ti es el miedo, con sus mil disfraces diferentes,
es que no estás conectado.
Las circunstancias de cada uno
son su propio camino de aprendizaje. Da igual que seas pobre de solemnidad o el
más rico del planeta. Al final, la
receta es la misma en los dos casos: primero sobrevivir; segundo descubrir qué
hago bien y por último averiguar qué pinto en este mundo.
¡Hay que hacer los deberes para,
contra viento y marea, entender y corregir el rumbo! ¿Hacia dónde? Hacia el estado natural del ser humano: paz
interior y sentimiento de plenitud.
VIDA UTIL
Una vida tiene que ser útil para
quien la posea. La utilidad debe estar
enfocada a lo que dije al principio: “a que cuando se te acabe por vía natural
no te deje con hambre”.
Individualidades aparte, es de
todos conocido cómo nos ponemos los
humanos cuando tenemos que
soltarla. La emprendemos con la
nostalgia de lo no vivido, de los amores perdidos, de lo que dejamos, por no
hablar del miedo que nos entra a dar el salto al otro plano y por no hablar
también de lo más o menos doloroso que nos haya resultado envejecer, enfermar,
si es que hemos enfermado, y un sinfín de temas más que me dejo en el tintero.
Si necesitas sentir que tu vida
es útil, quizá te merezca la pena pensar en que de aquí te vas. ¿Qué sientes
que es lo importante para ti llegado ese momento?
¡TRANSFORMAR DE A POQUITOS!
La vida es, de principio a
fin, un acto trascendente de tu exclusiva responsabilidad frente al mundo y que no te pertenece más
allá de él.
Lo que cuenta para convertirla en
algo valioso de verdad es comprender que todos somos capaces de
desarrollarnos para transformar de a poquitos
lo negativo en positivo abriendo un diálogo con nosotros mismos y nuestro ser
profundo para dejarnos fluir en nuestra verdadera naturaleza. ¡Tenemos el potencial!, otra cosa es que
queramos darnos cuenta y lo saquemos adelante.
Quizá sencillamente no podamos. Puede ser. Sobre todo si hemos dejado
nuestro destino en manos de los demás y nos hemos resignado a él.
Mercedes Úbeda,
Abogada, Comunicadora, empresaria y columnista en Mujeres & Cia
Somos los únicos responsables de nuestra vida y tenemos la obligación de que esta sea útil.
ResponderBorrarContra viento y marea, como muy bien dice M. Úbeda, debemos entender y corregir el rumbo.
Todos somos capaces de desarrollarnos para transformar lo – en +.
Debemos dialogar con nosotros mismos y no dejar nuestro destino en manos de los demás