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lunes, 3 de noviembre de 2014

paciencia o desinterés



¿ con los años perdemos la paciencia o simplemente perdemos el interés por todo aquello que nos hace perder el tiempo en lo que no nos apetece y consideramos superfluo ?

Tenemos una sola vida, no perdamos ni un solo minuto en nada ni nadie que no merezca la pena


viernes, 1 de agosto de 2014

Estupor y temblores


...toda existencia conoce su día de traumatismo, que divide esta vida
en un antes y un después y cuyo recuerdo ,incluso furtivo,basta para
paralizarte de un terror irracional,
animal e incurable.

Nothomb,Amélie Estupor y temblores

jueves, 17 de julio de 2014

Enamorarse...






¿No te has enamorado nunca de “algo”?


Seguro que sí; todos en un momento u otro de nuestra vida lo hemos hecho.

Verbo Enamorarse (v. Transitivo y v. Intransitivo)
Enamorarse: pasar una persona a sentir amor por otra.
Enamorarse: pasar una persona a sentir entusiasmo o gran afecto por una cosa.

Os proponemos que compartáis con nosotros vuestros “enamoramientos”

Yo os explico el mío.

En 1988 (casi nada) tuve el gran privilegio de visitar una ciudad maravillosa: Praga. Sí, la famosa Praga que actualmente es visitada por millones de turistas. En aquella época poca gente lo hacia, las condiciones políticas del momento no alentaban a viajar allí. Realmente entrar, estar y salir del país no era fácil, pero no entraré en ese tema.
Sólo entrar en la ciudad me cautivo, era vieja, desaliñada y triste pero profundamente bella. Era, en todo su conjunto, una obra de arte, eso sí, en blanco, negro y gris.
Deambular por sus calles vacías fue una experiencia única,  tener el Puente Carlos para ti  un regalo inexplicable. Recuerdo que desde el Castillo real y observando todo lo que mis ojos abarcaban pensé en Paris, hacia poco que la había visitado y por supuesto Paris es Paris, único, maravilloso…, pero desde allí pensé que si me obligaban a elegir entre las dos ciudades, no lo dudaría, me quedaba con Praga.
Me costó abandonarla y pocos años después, cuando todo cambio allí, supe que nunca más volvería a Praga. Me quedo con la ciudad que me enamoró y que sé que en la actualidad ya no es la misma.
Había o hay una tradición que decía  que quien desee volver a Praga debe arrojar una moneda al Vltava desde el petril del puente Carlos; yo no la tire, por simple descuido (ya lo haré, ya lo haré), pero me fui sin hacerlo, quizá fué por algo…




lunes, 16 de junio de 2014

Ante la impotencia: ¡Confianza!, por Mercedes Úbeda




 ¿Qué hacer cuando nada se puede hacer? ¿Enfadarse, almacenar rabia, soltar improperios y poner impedimentos, enfrentarse a todo, ponerse a la defensiva, ocultar lo que se siente?

Del devenir de los acontecimientos
Podría llenar la página de preguntas pero la vida me ha enseñado que el único camino posible ante la impotencia es confiar en que lo que sucede alguna razón de ser tendrá.  Y que las piezas de ese extraño puzle que constituye el devenir de los acontecimientos, acabarán todas encajando con el paso del tiempo.
Y una se sorprende viendo las vidas ajenas y la propia porque, al final, con el paso de los años, te acabas dando cuenta que todas, en lo esencial, tienen algo en lo que parecerse.   Me refiero al hecho de que el protagonista que somos cada cual, acabe acumulando experiencias de sobra para aprender  de confianza, tolerancia, paciencia, generosidad, desapego, aceptación, y un largo etcétera que ya todos conocemos.  
De lo positivo y lo negativo
Cito aquí, con intención, sólo valores positivos y liberadores de la psique humana. Porque los negativos fluyen y destacan tanto en el paso de los días que, sinceramente, no necesitan ser citados.
De lo malo que nos acontece tenemos que aprender lo bueno,  pues es el único sentido constructivo de esa experiencia.  Siendo el construir lo que nos liga a la vida en positivo.  
En la voluntad de todos descansa el germen que nos lleva a querer que eso sea así.  Otra cosa es el entorno y los acontecimientos que envuelven a cada cual desde el nacimiento.  La naturaleza de la psique humana es de tal fragilidad y requiere de tales fortalezas para asimilar las experiencias que si en el primer estadio de la vida no tiene lo esencial, se quiebra sin remedio o con remedio,  pero a muy largo plazo y con un gran sufrimiento de por medio.
Lo esencial en el origen de la vida es bien simple: amor incondicional  por parte de aquellos que te rodeen. Dan igual los vínculos de sangre.
De lo esencial y sus dificultades
Ejercer el amor incondicional es un hábito al que hay que llegar y en el que adquieres tu maestría cuando decides asumir la responsabilidad de otro ser humano. O bien por alumbramiento, o bien por adopción o por cualquier otra circunstancia sobrevenida.
La práctica del amor incondicional tiene muchas caras y cada uno tendrá que saber dónde y cómo ejercerlo. Hay personas que no conectan jamás con él y  otras viven en él y otras que lo aplican de vez en cuando.
¡Amar sin condiciones! Un tópico en la sociedad en la que vivimos en la que lo primero que nos enseñan es que somos diferentes de los demás y que lo que tenemos es lo que nos hace mejores.   Mal punto de partida para alcanzar el "hábito".  Con todo, lo primero será tenerlo identificado como un valor esencial para la vida, cuestión ésta que no siempre se da.
Ante la impotencia, confianza
La confianza se torna un básico cuando, aquellos con los que has ejercido de "amadora incondicional", echan a andar.   Entre otras cosas porque no te queda otra más que aceptar que tu obra está terminada y que,  lo  hayas hecho bien o mal, lo que tienes delante es fruto de tu esfuerzo te guste más o menos el resultado.

Y  te sientes impotente, pues por más que has intentado supervisar y tener todo atado hasta el límite un buen día te levantas y compruebas que, al igual que tus mayores se olvidaron de sí mismos sin darse cuenta y tuviste que tomar las riendas, con los otros tienes que soltarlas. 

Aprendes a confiar desde la comprensión de que eres  vulnerable y que no lo puedes todo. Y aprendes por fin a aceptar que esa impotencia que tanta rabia te genera es el sabio camino que te lleva, una vez más,  al aprendizaje de todo lo bueno que hay en ti.

Mercedes Úbeda en Mujeres & Cia

Einstein: fragmento de la última carta de Einstein a su hija Lieserl





Cuando propuse la teoría de la relatividad, muy pocos me entendieron, y lo que te revelaré ahora para que lo transmitas a la humanidad también chocará con la incomprensión y los perjuicios del mundo.

Te pido aun así, que la custodies todo el tiempo que sea necesario, años, décadas, hasta que la sociedad haya avanzado lo suficiente para acoger lo que te explico a continuación.

Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que hasta ahora la ciencia no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las otras, y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y aún no haya sido identificado por nosotros. Esta fuerza universal es el amor.

Cuando los científicos buscaban una teoría unificada del universo olvidaron la más invisible y poderosa de las fuerzas.

El amor es luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe. El amor es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras. El amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos, y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo. El amor revela y desvela. Por amor se vive y se muere. El amor es Dios, y Dios es amor.

Esta fuerza lo explica todo y da sentido en mayúsculas a la vida. Ésta es la variable que hemos obviado durante demasiado tiempo, tal vez porque el amor nos da miedo, ya que es la única energía del universo que el ser humano no ha aprendido a manejar a su antojo.

Para dar visibilidad al amor, he hecho una simple sustitución en mi ecuación más célebre. Si en lugar de E= mc2 aceptamos que la energía para sanar el mundo puede obtenerse a través del amor multiplicado por la velocidad de la luz al cuadrado, llegaremos a la conclusión de que el amor es la fuerza más poderosa que existe, porque no tiene límites.

Tras el fracaso de la humanidad en el uso y control de las otras fuerzas del universo, que se han vuelto contra nosotros, es urgente que nos alimentemos de otra clase de energía. Si queremos que nuestra especie sobreviva, si nos proponemos encontrar un sentido a la vida, si queremos salvar el mundo y cada ser sintiese que en él habita, el amor es la única y la última respuesta.

Quizás aún no estemos preparados para fabricar una bomba de amor, un artefacto lo bastante potente para destruir todo el odio, el egoísmo y la avaricia que asolan el planeta. Sin embargo, cada individuo lleva en su interior un pequeño pero poderoso generador de amor cuya energía espera ser liberada.

Cuando aprendamos a dar y recibir esta energía universal, querida Lieserl, comprobaremos que el amor todo lo vence, todo lo trasciende y todo lo puede, porque el amor es la quintaesencia de la vida.

Lamento profundamente no haberte sabido expresar lo que alberga mi corazón, que ha latido silenciosamente por ti toda mi vida. Tal vez sea demasiado tarde para pedir perdón, pero como el tiempo es relativo, necesito decirte que te quiero y que gracias a ti he llegado a la última respuesta.

Tu padre. (Albert Einstein)